los problemas eran con la policía.
¿QUERÉS SER POLICÍA?
Tráeme
El ex Soda tocó el bajo y cantó. El ex The Police tocó su legendaria guitarra. El tema irá a dar a un homenaje latino al trío que liderara Sting, que aparecerá recién en junio. Pero la grabación fue una buena excusa para hablar con Cerati en pasado, presente y futuro. Aquí, lo que pasó tal como pasó... "
Camino a Los Ángeles, ninguna azafata pudo ofrecerle a Gustavo Cerati mejor cóctel que el que desfilaba por su cabeza, reclinada en un asiento de clase ejecutiva de Lan Chile. Con los ojos cerrados, repasó aquel primer show en vivo de The Police en Buenos Aires, a media cuadra de su casa, cuando el trío inauguró la disco New York City y los años ochenta. El despertar de la new wave. Los primeros temas de Soda Stereo. Los últimos. La traducción de "Bring On the Night", inconclusa todavía en su valija. El encuentro con Andy Summers y Stewart Copeland que pronto cerraría un círculo perfecto.
Sus pies pisaron tierra norteamericana en la mañana del sábado pasado, el 21. Debía ser mediodía en Buenos Aires, y las 5 horas de diferencia comenzaban a hundirlo en esa confusión post vuelo conocida como "jet lag". Ya en el Hyatt Hotel, bendijo haber conseguido una habitación para fumadores y el permiso para encender una larga sucesión de Jockey suaves.
A la ocho de la noche esperaba a Stewart Copeland en casa de su hermano Miles, manager histórico de The Police y de Sting, y dueño de la compañía que lo embarcó hacia los Angeles para grabar un tema con miembros de la banda. Su versión de "Bring On the Night" coronará Outlandos D’Americas, el álbum tributo a Police con covers en español a cargo de músicos como Los Pericos, King Chango, Plastilina Mosh y Desorden Publico, que se conocerá recién en junio.
Una lluvia persistente, que no cesaría durante toda su estadía, amenazaba con apagar el fuego del asado. Stewart Copeland sacudió de gotas su sombrero negro y saludó a Gustavo cordialmente. Cinco minutos más tarde, ya estaban hablando de música y compartiendo sus experiencias como integrantes de los tríos más mentados.
El británico había escuchado algunas canciones de Soda Stereo y quería saber si el argentino prefería su rol de cantante o el de guitarrista. "Músico", fue la respuesta. Copeland también se interesó por su carrera solista y por Amor amarillo. Más tarde, el baterista lo haría cómplice de su humor negro, contándole chistes... sobre bateristas.
En la mesa hablarían sobre la pasión de Stewart por el polo, la carne argentina y su recién aprendido rol de conductor de orquesta. Por entonces, ya Gustavo sabía que el baterista no estaría al otro día detrás de los platillos en el estudio de grabación. A último momento le habían ofrecido hacer la banda de sonido de dos películas, le dijo. También le confesó sus pocas ganas de encerrarse a grabar y las muchas de tocar en vivo.
"Puedo entenderlo perfectamente", dijo Cerati camino al hotel. Ya había pasado la medianoche cuando se topó con Little Richards y su combo de guardaespaldas fornidos en el pasillo. En la habitación contigua, una banda trasnochaba ruidosamente. Otra vez el cóctel. Le fue difícil conciliar el sueño.
Colaiuta ya estaba sentado detrás de la batería, esperando con los palillos en la mano, como si se preparara para un banquete. Ellos tomaron sus posiciones en guitarra y bajo. En un par de horas, el track estaba listo. Durante todo ese tiempo, Gustavo comandó la grabación insertando sus propios arreglos, haciendo del tema de Police casi un tema de Soda Stereo. Colaiuta y Summers se prestaron con onda a ese juego de reinterpretar la historia. Ambos, dirían después, descubrieron enseguida que ese músico latinoamericano tenía talento.
En un rincón del estudio, cuaderno en mano, Gustavo terminaba de darle forma a la letra. Una palabra en especial (bid) le seguía trayendo problemas. La consultó con Andy y dejó la misma traducción con la que había llegado. "Es muy difícil traducir las letras de Sting y conseguir que la música siga siendo la misma, sólo desde el rap se hace más fácil". La exitosa versión de "Cada vez que respira" hecha por Puff Daddy lo corrobora. Y Summers se siente en su derecho de criticarla: "La verdad, no es buena música".
A las ocho del domingo, Cerati se encaminó hacia el estudio para grabar sus voces. El ingeniero Scott Gordon había esperado ese momento desde el primer minuto. "Tocó el bajo muy bien –confeso después, refiriéndose a Cerati–, el track que grabamos fue excelente, pero si su voz era fea se arruinaba todo. No fue así. Volvió a sorprendernos".
Tras grabar una voz grave, que después pondría por encima de una más aguda, a diferencia de la versión original, Gustavo dijo: "Ok, ahora voy a hacer de Sting". Ya la canción empezaba a tomar forma y todos en la sala movían las patitas. Summers sonreía satisfecho. Por otras razones, también lo hacia Juan Corajoria, el productor ejecutivo del álbum. Al ex guitarrista de Police lo precede cierta fama de "difícil". "Puede ponerse muy quisquilloso", había comentado un ex compañero de trabajo. Gustavo jurará hasta el ultimo de sus días que no es cierto. Summers se mostró dispuesto a trabajar en equipo desde el primer riff.
Por la noche, en un restaurante argentino, ambos chocarían copas. En la charla casual encontrarían otro punto común, el divorcio de sus bandas. Summers comandó el diálogo: "Y el tuyo como fue?". "Muy malo". "Sé perfectamente de lo que hablás". Luego hablarían de música, y Gustavo descubriría que a Andy no le gusta la música tecno con la que el ex Soda trabaja últimamente, que prefiere el sonido americano de bandas como Soundgarden y Stone Temple Pilots.
Esa noche, Cerati durmió bien por primera vez en tres días. El lunes enfilo nuevamente para el estudio. El ex Police también recorrió en auto el camino desde su casa en Santa Mónica. Pero el casete de Regatta de Blanc ya no sonaba en el stereo como el día anterior, ya no necesitaba recordar la versión original del tema. Mezclaron hasta la medianoche y se despidieron. El miércoles al mediodía, anteayer nomás, otra azafata acomodaría su almohada. Tendría once horas de viaje para repetirse la frase con la que dejó el estudio de grabación: "Me llevo esto para la mesita de luz".
El día que Cerati fue Sting
El líder de Soda Stereo cuenta el momento en el que fue tentado para salir de gira junto con Andy Summers y Stewart Copeland como miembro de The Police.
En el último encuentro entre Rolling Stone y Gustavo Cerati, que duró varios días en Nueva York y Buenos Aires, parte de la charla que quedó fuera de la edición 102 de esta revista por inclemencias de espacio cobró un valor que hace algo más de un año era poco menos que impensado. Los regresos de Soda Stereo y The Police unieron las piezas y, más allá de la influencia que ejerció el trío inglés en la formación de Soda, el destino casi logra mezclar a los protagonistas en una sola banda. Gustavo Cerati cuenta cómo es eso de que, un día, estuvo a punto de convertirse en Sting.
Periodista.- ¿Cómo surgió la posibilidad de convertirte en un Police? Algo así como el sueño del pibe…
Cerati.- De alguna manera sí, lo que pasa es que es un sueño a destiempo, en un lugar donde no parecía corresponder. Estando en Chile, me llamó alguien en nombre de Miles Copeland para invitarme a participar en un disco tributo a The Police (Outlands d’Americas, 1998). No lo tomé muy en serio, me pareció medio raro todo. Después, directamente el que habló fue Miles Copeland. Me pidió que elija un tema. Sting no participaba del proyecto, estaba en ese momento como re top, tocando un montón. Era una cosa que iba a involucrar a Andy Summers y a Stewart Copeland. Di mil vueltas y llegué a "Bring on the Night", sobre todo porque siempre admiré mucho la estructura armónica y melódica, y el yeite de guitarra que tenía. Al final grabé con Andy y el baterista fue Vinnie Colaiuta, un animal. Fui con la versión y la idea de grabarla como si fuera Police, que era esa cosa así, medio «me chupa todo un huevo y sale así», tocado con la energía primaria. Entonces me colgué el bajo. Me gusta mucho tocar el bajo, tengo como buen feeling para tocar el bajo. Fueron tres minutos y se grabó de una. Pobre Andy, le cambié la afinación del tema.
¿Y Andy Summers no puso ninguna objeción?
Nada. Nos hicimos amigos y fue como una persona de consulta. En esa época, recién había terminado el tema Soda Stereo, y era emocionalmente una situación muy fuerte para mí: cómo resolver cierto tipo de cosas, cómo quedaban las relaciones. Fue alguien con quien charlé mucho de ese tema, además de mi natural admiración por lo que habían hecho ellos y por lo que eran ellos como músicos. Hice la versión, Miles la escuchó, y me llenaron de elogios. Pero la cosa no terminó ahí: cuando vuelvo a Buenos Aires, me llama Miles y me dice: "Voy a ir a Buenos Aires porque quiero hablar con vos". Y se vino para convencerme de hacer una gira, con la cual íbamos a tocar todos los temas y en cada país íbamos a invitar a los diferentes músicos que habían participado en el tributo. Pero él quería que yo estuviera ahí, con Andy y con Stewart.
Y vos hacías de Sting…
Sí, sí. Me dice: «Ellos murieron con la versión. Stewart se agarró la cabeza». Odió no haber podido tocar, le encantó la versión, Andy estaba re contento. Pero yo en ese momento estaba terminando Bocanada, mi lanzamiento solista después de Soda. Meterme en eso era como cambiar totalmente las cosas. Fue muy rara esa situación: saber que al mismo tiempo era algo que seguramente podía disfrutar, aunque fuera una idea media extraña.
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