Primavera de Perros



Volver a Nacer...


Los días de primavera se prestan para festejarlos de diversas maneras, picnic's en la Costanera Santotomesina o en la Laguna Bedetti o el dichoso "fulbo de playa", pero para mis tiernos años de juventud el calendario gregoriano ya marcaba mis 13 y como todo rebelde de esa edad los planes iban a ser diferentes.
Todo comenzó en el viejo Anfiteatro Costero, la indiada hervía el lugar como hormiguero recién pisado, los gritos, las corridas y todos los deportes que sirvieran para molestar a los demás eran los más divertidos. Luego de un par de horas y la panzada ya hecha de alfajores y coca cola devino el aburrimiento colectivo y que mejor manera que internarse en hacer "turismo aventura" por los viejos paredones de la costa. Tres era el número de integrantes que iban a unir los extremos del Anfiteatro y el Puente Carretero, que para ese entonces era una jungla de plantas entre tejidos de alambres de púas y enredaderas que colgaban de lso viejos sauces bebiendo directamente el agua del Salado. Todas las risas de la expedición se iban a desvanecer en los últimos treinta metros, las huellas en un charco de barro fueron los primeros indicios del peligro, un tejido deshecho seguido de una estampida de ladridos que rompieron la quietud del sereno río, asombrados por el ataque imprevisto nos dimos a la fuga como bandidos del lejano oeste en esos últimos metros hacia la libertad, pero cuatro patas corren más rápido que dos y fuimos interceptados por las bestias, el primer Doberman en llegar atacó mi pierna derecha haciéndome tambalear y caer sobre mi propio impulso, luego sentí el enjambre de dientes atravezando mi piel, dos Centinelas más se hacían el festín de mi sangre, mi única reacción fue envolver mi cuello con mis brazos y tapar mi cara con los codos, intente gritar por ayuda pero el dolor mezcla con miedo me enmudecía, abandonado por mis amigos quedé tendido en el piso librado al destino... y de la nada apareció un Canoero haciendo su rutina diaria de recorrer y encarnar los espineles en su zona de pesca y con un grito y un rugido de escopeta bendijeron el agua salpicando las bestias en su huida despavorida hacia el infierno de donde se habían escapado.

Mis veintiuno de septiembre son mis días de perros y esa sirena de ambulancia todavía repica en mis comienzos de primavera y me recuerda aquél mi Ángel salvador.



Imagen Carlosoter

4 Espectros :

Alejandra Lucía Rotf dijo...

... no recordaba esta anécdota... tu poesía enmascara de belleza un recuerdo de susto ... Hermano!!

Gustav Dracko dijo...

Preguntale a los viejos ellos se acuerdan bien. Y yo tengo algunas marcas que lo demuestran jajajaja

Alejandra Vietri dijo...

La verdad, muuuuy bien narrado, deberias escirbir más en prosa!

Y, sonrei en Primavera que todo se renueva! ;)

Gustav Dracko dijo...

Siempre se sonríe, eso lo se, pero a veces me ataque el "perro rabioso" ajjajajaja y me hago el loco :)

De a poco trato de ir mejorando, no soy un estudioso de letras, cómo siempre digo, soy un caradura con teclado :) jajaja