Gustavo Cerati: el adelantado


Este post trata sobre una entrevista realizada a Gustavo Cerati
el 02 de julio de 2006, por el Diario La Nación en su sección Revista.-



Dice que atraviesa una nueva adolescencia. Y aporta pruebas: nuevo disco, shows multitudinarios y una gira europea. Entrevista con el hombre que siempre coqueteó con las nuevas tendencias.

"Parece que nunca me van a tomar en serio", ironiza, sentado en
su estudio, el hombre que vivió en los límites y ahora prefiere tomar agua mineral.


Mucho se ha dicho de Gustavo Cerati. De los tiempos de Soda Stereo a su ya larga carrera solista, siempre se lo tuvo como un referente del glamour y las nuevas tendencias. La trilogía sexo, droga y rock & roll se hizo carne en él como sexo, moda y rock & roll. Y hubo un tiempo en el que su nombre se transformó en sinónimo de cool. En algún sentido, una especie de cruz que debió cargar, y aún debe hacerlo, y que lo aleja de lo suyo: la música.

Hoy, con Ahí vamos, su nuevo disco, y la serie de recitales que dio en Obras, volvió al rock. Un poco a la manera de Troilo, al que acusaban de haber dejado el barrio, Cerati contraataca:

 "Yo nunca me fui del rock. Antes decían que lo mío era un capricho electrónico y ahora, que me hago el rockero. Por eso te digo que nunca me van a tomar en serio".


-¿Qué tipo de fidelidad se le pide a un músico de rock?

- No lo sé, pero yo nunca cultivé el amiguismo. Soy una especie de isla dentro del rock. No lo digo vanagloriándome, sino porque es mi forma de ser. Ya sea con Soda Stereo o solo, nunca me moví en grupo con el único fin de pertenecer. Sé que se me juzga de soberbio, como si ése fuera uno de mis mayores pecados. Pero digo lo que pienso. No sé, a veces parece que para conseguir credibilidad no sólo necesitás de la música. Tenés que haber pasado por períodos muy malos en la vida. Yo tuve momentos malos, y muy malos, pero no los hice públicos. No me vieron agarrado de las paredes o con cinco álbumes que a nadie le importaron. A mí siempre me ha ido bien, y estoy re-agradecido de que eso pase, pero en el medio he tenido miles de crisis y situaciones que no se hicieron públicas y con las cuales no hice una estrategia de marketing. Pero esto no sólo pasa en el mundo de la música. Si uno empieza a mirar, descubre que los que mayor credibilidad tienen, por lo general, son personajes que primero atraviesan por una especie de destierro y luego, antes de su momento más glorioso, el infierno. No sé si es la respuesta justa, pero algo de eso hay. A veces hasta me da ganas de llorar un poco, para que vean que también soy una persona a la que le pasan cosas.


-Sin embargo, sos un personaje que está presente en los medios.

Pero no siempre que aparezco es para hablar de mi música.


-En los últimos años se ha dicho mucho sobre tu vida privada (su divorcio de Cecilia Amenábar, su relación con Déborah del Corral y su más reciente noviazgo con Sofía Medrano, 20 años menor que él) y se ha buscado en las letras de tus temas referencias a rupturas, amores y odios.

- Se han dicho barbaridades que, obviamente, no salí a desmentir. Siempre, desde chico, entendí que la canción como hecho artístico es un disparador de sensaciones que va del autor a quien la escucha. No se trata de algo matemático, pero tampoco de un diario personal cantado. Siempre hay algo de terapia, pero hablamos de cuestiones universales. Hay una tendencia amarillista en la prensa, incluso en la especializada en música. Esto lo he sentido en carne propia, sobre todo, en los últimos años. En definitiva, lo que se hace es bastardear lo que uno escribe, además de subestimar al oyente, como si la gente comprara discos para escuchar el diario de mi vida. No voy a negar que todo pasa por el tamiz de una experiencia personal y de la óptica que uno tiene de la vida, pero muchas veces es más imaginación que otra cosa. Escribo en primera persona, pero no siempre soy yo. Considero que es una lectura bastante simplista pensar que uno escribe sobre uno.

Quienes lo vieron en los cinco shows en Obras, donde Cerati presentó Ahí vamos, no pueden negar la energía que el músico -de 46 años- despliega en el escenario. 

"El otro día, después de tocar, me dijeron: «Loco, parecías de 20». Es obvio que físicamente no tengo 20, pero si emano esa energía es porque me siento joven, y en este disco hay una especie de nueva adolescencia, como un renacer."


-¿Por ese espíritu adolescente te dicen "el Peter Pan del rock"?

- Me parece patético cuando uno intenta tener una edad que no es real. Me relacionan con Peter Pan porque estoy atento a las novedades, porque no me quedo quieto, pero esto no quiere decir que me presiono a mí mismo para tratar de conseguir las audiencias más jóvenes; no. Soy un amante de la música y me interesa saber qué está pasando. No creo eso de que está todo hecho, idea que también me parece patética.

Cerati sabe que no es Peter Pan y que detener el tiempo es imposible. Hoy se lo ve bien, relajado, dispuesto a continuar con una extensa gira que lo llevará a Estados Unidos, España, Londres y Bélgica. Está feliz, y lo dice ya sin el clásico Jockey Suave largo dibujando en el aire.

"El último cigarrillo que fumé fue en el video de Crimen" 

-el clip del primer corte del disco Ahí vamos. La decisión de dejarlo lo rondaba desde hacía tiempo, hasta que semanas antes de las presentaciones de este disco, previstas para junio, Gustavo sufrió un problema de salud: un inconveniente circulatorio en las piernas, por el que aún hoy está medicado. Eso lo hizo posponer por primera vez en su carrera una serie de conciertos.

"Me pegué tal susto que pasé a ser un fumador que por ahora no fuma más -cuenta, y sirve en el vaso agua mineral-. Cuando la alarma suena, uno empieza a revisar lo que venía arrastrando desde hacía tiempo. Hace mucho que quería dejar de fumar, hace mucho que quería cambiar el tipo de alimentación, hace mucho que quería empezar a mover mi cuerpo. Sonó la alarma y tuve que decir basta, porque la próxima vez puede ser más fuerte. Es mejor durar que arder."


-¿Le temés a la vejez?

- Cuando lo pienso en perspectiva, sí. Enseguida pienso en los achaques que te pueden aparecer. La verdad es que hoy me siento mucho mejor que tiempo atrás. La vida te va ofreciendo perspectivas más amplias. Pero en cierta forma ese espíritu adolescente no cesa, y sigo en esto por la misma razón por la que empecé. El tiempo en este aspecto parece no pasar, mientras que sí transcurre en otros aspectos, y deja residuos, experiencias. Tengo una fantasía para mi vejez que es la de estar en una casa, en contacto con la naturaleza, y de alguna manera recuperar, como si la vida se pusiera en capicúa, esos tiempos de niño en los que dibujaba. Tiene que ver con cosas inconclusas. El año pasado estuve a punto de comprarme unos óleos. Lo voy a hacer, y voy a ver qué quedó de aquella época.

Los trazos en lápiz acompañaron buena parte de la infancia y la adolescencia de Gustavo. Primero creando las historietas de Supercerebro y Argos, dos héroes que animaba en el patio de su casa después de tomar la leche. 

"Hice cómics y hasta fanzines de Creedence que luego vendía -cuenta-. Hice tremendos dibujos de tapas de discos. Pero no sólo se me daba por los dibujos. Entre los 13 y los 15 años tuve varios impulsos en mi vida. Algunos de ellos los concreté, como escribir un libro de acordes de guitarra, y otro de historia. Escribí un gigantesco libro de historia mundial. Lo terminé en los hititas (población de origen indoeuropeo que vivió entre los siglos XVIII y XIX antes de Cristo) y no pude seguir más."


Las calles de Villa Urquiza fueron testigo de su pasado futbolístico.

"No era un gran jugador, pero más o menos cumplía con mi rol de delantero -se defiende-. Papá no era muy futbolero. Era de Independiente y yo, de Racing."


-Para llevarle la contra...

- Y, estaba bueno ser el contra, aunque en casa no importaba demasiado.


-¿Fue una elección premeditada?

- Me tenía que decidir por uno, y ese año salió campeón el equipo de
José (Juan José Pizzuti, en 1966). El que me llevaba a la cancha
no era mi viejo, sino el carnicero del barrio. A alentar a Chacarita.
El carnicero y yo.


Escuchar música y rasgar la guitarra, que mamá y papá le regalaron a los nueve años, era su pasatiempo ideal.

 "Me gustaba estar en la calle, pero disfrutaba de esos momentos en casa, dibujando y haciendo música. Y de los ratos de sol."


¿Qué tipo de relación tenés con el sol?

- Yo soy del sol. Puedo sentir muy claramente la carga de la energía que el sol representa para mí. En mis experiencias de viajes astrales, recuerdo que el guía pedía que buscara uno de esos lugares donde me sentía realmente bien y que representara algo intenso para mí. Un lugar en el que me sintiera cómodo y feliz. La mente me llevaba al living de mi casa, solo, bajo un haz de sol que entraba por la tarde. Ese era el lugar donde me gustaba estar. Si bien era una casa luminosa, había un momento en la tarde en que dejaba todo para sentir esa paz, ese toque de luz.

En Gustavo aún hoy reina la ambivalencia entre el escepticismo de negarlo todo y el querer creer.

"La razón de mi pasión hacia lo sobrenatural
fue siempre ese uno por ciento que queda en duda, que no es posible probar."


-¿Coqueteaste con las ciencias ocultas?

- Llegué ir a las Escuelas Científicas Basilio, a tener amigos espiritistas.


-¿Participaste de alguna sesión?

- Sí, no como un experto, pero sí. Estuve varios años metido en esto, esa ambivalencia, que enfrenta mi lado escéptico con el otro que quiere creer, me llevó a leer de todo. Es imposible resistirse al misterio. En mi último disco hay un tema que se llama Médium y nace de una visita que hice con mis hijos al Museo Metropolitano, en Nueva York, donde vimos una muestra que repasaba en fotografía el trabajo de diferentes médium.

Uno de los temas de Ahí vamos suena en su celular: Lago en el cielo. "Es uno de mis preferidos al teléfono", reconoce.


Las canciones de Cerati ya están en boca de muchos, sin importar demasiado la edad de quien las cante. Pero, sin duda, una de ellas tiene una carga emocional extra. Se llama Adiós y está firmada por papá Gustavo y Benito Cerati, su hijo de 12 años. 

"No busco exponerlo, porque no sé qué hará en el futuro, pero escribe cosas tan profundas y hace canciones tan buenas de consumo interno que se dio de manera natural -aclara-. Le pasé las melodías, el título de la canción, el balbuceo, que es el sistema que yo uso para escribir, y así le salieron las primeras dos frases: suspiraban lo mismo los dos y hoy son parte de una lluvia lejos. Vino con eso y dije ya está. Y no lo digo sólo de padre baboso."


-¿Lisa (10) también tiene cierta afinidad con la música?

- Oscila entre la batería y el piano. Lisa se come el mundo, es muy dinámica, es mucho más corpórea que Benito. El tiene una actividad más intelectual. Lee mucho, pero mucho en serio: a veces lo tenés que parar porque lee hasta en las escaleras. Para mí, ser padre es un gran aprendizaje. Es un estado maravilloso.

Benito llega de la escuela. "Un nueve en ortografía", es lo primero que dice. Papá Gustavo sonríe. Se lo ve feliz, ahora que los motivos para serlo no sólo lo esperan arriba de un escenario.


Fuente


2 Espectros :

Unknown dijo...

Que buen articulo, me gustó mucho :)

Gustav Dracko dijo...

Bienvenido/a FkyhSoda Stereo !!!

Sí, la verdad es que no tiene desperdicio, por eso decidí publicarlo para que no se pierda en el tiempo. Saludos y gracias por dejar tu huella!