Eres solo eso, pasado.


Ya es tiempo de iniciar una nueva era, debo dejar de mirar sobre mis hombros buscando tu sombra latosa, diría que tercamente inoxidable y corrosiva. Es hora de perdonar y porqué no, perdonarme a mí mismo, que es mucho más difícil de lo que me imaginaba.






Hacer las pases con el pasado es una manera de avanzar personalmente y dejar esas diferencias que nos siguen rayando en círculos como si fuéramos un disco de pasta en un viejo tocadiscos, presente mezclado por pasado y futuro en un ritual enfermizo, un vals de memorias secas que ya no tienen sentido y mucho menos razón de ser.
Por eso te digo a vos, mi pasado, gracias por definirme, por creer en mí, por amarme y brindarme gloriosos días de felicidad, nuestra historia sin final concluye hoy, así es, dejo bien en claro mis deseos (te guste o no), espero los respetes, así como el que escribe alguna vez hizo un pacto de sal sobre sus propias heridas, hoy te digo basta!, y exijo que cumplas con tu parte del camino y me sueltes, siento aún después de tanto tiempo tus cabos amarrando mis manos como si todavía fuera tu títere de feria del cual te acuerdas a tu conveniencia y desempolvas a tu antojo. Ya no juegues conmigo para satisfacer tus caprichos de melancolía, tuviste tu tiempo y un lugar preferencial en mi corazón.
Hoy, como en otro millar de veces te pido existamos en paz, ya no quiero ser aquel fantasma que perturbas su mundo jugueteando con una ouija. Siempre voy a tener palabras de agradecimiento hacia vos, pero es hora de vivir y sobre todo dejarme vivir mi vida en paz.